Nota aclaratoria: el inicio de los hechos que se narrarán tiene su partida en un periodo aproximado de 3 semanas posteriores a lo último (la orden que Booster dio sobre qué hacer si Croco se aparecía por su torre) que se narró en la primera parte. Al igual que en la primera parte, es Booster el narrador.
Croco por fin apareció. Vino con su acostumbrado sombrero de copa; pero, por primera vez, le vi llevar una chaqueta que no parecía nada barata…Supongo que la abra sacado del dinero conseguido con la venta de los hongos azules (que según me cuentan es bastante). Volviendo a la historia; Croco, tras entrar en mi torre y ver que las puertas se cerraban tras él, lejos de ponerse nervioso rompió nuestras expectativas y se mostró desconcertante e intrigantemente tranquilo:
―No hay por qué para tanta precaución, no les voy a soltar un bob-omb o a venderles ítems con veneno o alguna otra trampa. Ustedes saben que siempre he sido un vendedor de confianza así que no deberían desconfiar de ese modo. Ignoren esos estúpidos comentarios sobre el peligro de los hongos azules: son todos pamplinas −dijo Croco al percibir la manera desconfiada en que mis tres snifits observaban su bolsa de mercancía−
―Si fuera por nosotros, no desconfiaríamos. El problema está en que Booster ha dado la orden de que no se le permita salir de aquí hasta que no aclare de dónde saca esos hongos y qué mismo sabe de ellos −dijo el snifit1 a Croco−
―Ok…Supongo que combatir en este momento sería algo absurdo. Tranquilos: yo vine sabiendo que toda esta vaina pasaría. Incluso supongo que el comedido de Booster habrá dicho que no tomen en cuenta mis declaraciones si no es con su infame detector de mentiras, ¿o no? –dijo Croco con disgusto pero a la vez con serenidad−
―Sí, lamentablemente así es…−respondió el snifit2−
―Bueno pues, entonces llévenme rápido y no perdamos más tiempo –dijo Croco con apremio−
De ese modo Croco los siguió hasta el cuarto y empezó a declarar sin que el detector lo pescara en una sola mentira. Dijo que los hongos se los proporcionaba Kifus, un ex discípulo de Frogfucious que había renegado de las enseñanzas de su maestro y se había dedicado a la agricultura en los alrededores de Forest Town. Así mismo, declaró que el tal Kifus nunca le había querido revelar la ubicación de las setas azules y que simplemente, luego de probarle su eficacia en conejos, se había ofrecido a ser su proveedor exclusivo a cambio de 3 frog-coins. Hasta ahí todo parecía normal y sin embargo yo continuaba sin entender por qué Croco se había expuesto a tanto y había actuado con tanta tranquilidad. Pensé así que algo debía de traerse entre las manos el muy hijo de puta: y, en efecto, no me equivoqué…
Todo fue cuestión de minutos: una explosión que no destruyó nada del cuarto, pero que llenó todo de un denso humo que no permitía ver nada; aproximadamente veinte segundos de permanencia del humo y, finalmente, su disipación seguida de una escena inquietante: mis tres snifits dormidos, Croco ausente y la máquina detectora de mentiras ausente también. Seguramente Croco la robó y fue tan astuto que planeó todo paso a paso para terminar en el cuarto de interrogatorios y así poder tomar su botín. ¿Pero cómo habrá hecho para fugarse? ¿Tendrá ese tal Kifus algo que ver en todo esto y particularmente en la forma nunca antes vista en que Croco se fugó?.
Esas y otras preguntas tenían que ser prontamente respondidas y mi máquina detectora de mentiras debía ser recuperada (o aunque sea yo debía intentar recuperarla). En todo caso, como mínimo, Croco habría de pagar su infamia. De allí que, cuanto antes, envíe a mis tres snifits a que fueran a buscar espías y mercenarios que contratar.
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