martes, 20 de diciembre de 2011

Un fanfic que me llamó mucho la atención

Hola gente, hace mucho que no les escribo...Si supieran como he estado ocupado: negocios y más negocios aquí en Mushroom Kingdoom...Definitivamente ha sido un periodo ajetreado, pero bueno: al menos logré mejorar la fachada externa de mi torre y comprar una casa en Delfino Plaza. Ahora, volviendo a esta entrada lo que les quería compartir era un fanfic de horror y suspenso de la escritora que se hace llamar Antifashion19 en fanfiction.net. y otros lugares del ciberespacio. ¿Por qué me llamó la atención el fic? Pues sencillamente porque me parece que es muy ingenioso y que tiene buenos méritos formales; mas, antes que nada, porque me logró dar un buen dolor de cabeza al ser un texto que, según se ve, intencionalmente busca dejar al lector cierto sabor de incertidumbre. Lo digo porque sucede que al leerlo uno llega a una conclusión (casi al final) mas luego aparecen elementos que hacen que uno dude de la conclusión mas no en el grado suficiente como para desecharla...


Disclaimer: Naruto es propiedad del maestro Kishimoto, yo solo lo tomé prestado para hacer este fanfic.

Autora: Antifashion19.
Tema: Halloween.
Universo Alterno.
Género:
Horror/Suspenso/Misterio.
Personaje: Hinata.
Advertencias: Ninguna.

Respuesta al Cuarto Concurso del foro: "Concursos: La originalidad es posible".
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Aclaraciones del Capítulo:

Blablablabla—Hablan.
Blablablabla—Recuerdos.

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The Voice.
"Los monstruos son reales, y los fantasmas también…
Viven dentro de nosotros, y a veces ellos ganan."
(Stephen King)
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“Hinata.”
Abrió los ojos lentamente, la luz le molestó. Los cerró de nueva cuenta, y volvió a abrirlos, tratando de protegerlos con su mano de los rayos solares que se colaban a través de lo que parecía una ventana, pero aquella extremidad no le respondió. Se sintió mareada y unas inmensas ganas de vomitar la inundaron, mientras el cuerpo le dolía intensamente como si la hubiesen golpeado; pero después, sintió un inmenso dolor de cabeza que se prolongó hasta sus ojos blancos…
“Hinata, despierta.”
— ¡B-basta! —Gritó. Aquella voz infantil en su cabeza no la dejaba pensar. — ¡B-basta!
Su garganta se encontraba reseca y sus labios partidos. Se levantó levemente para poder visualizar en donde se encontraba. Notó las pequeñas ventanas con los cristales rotos a un costado de la habitación, las cuales dejaban entrar los pequeños rastros de luz que iluminaban el lugar, a un lado de estas, algunos viejos muebles de madera. Las paredes descarapeladas, y en el piso había cientos de papales tirados. El lugar parecía abandonado.
¿Qué hacía ahí?
Se recargó sobre una de las paredes, y se dio cuenta de que estaba completamente sola, en ese lugar donde no había nadie más que ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas y se abrazó a sí misma; tenía miedo, estaba sola, sin nadie que pudiera explicarle qué había sucedido o por qué la habían abandonado ahí. Talló sus ojos fuertemente y ahora todo se encontraba borroso.
“Hinata, ¿Estás ahí?”
La pequeña voz infantil seguía escuchándose por todo el lugar. Un escalofrío recorrió su columna vertebral al reconocerla, era la de su hermana. Se acercó a la única puerta de la habitación en la que se encontraba, asomando su cabeza hacia fuera, levemente; observó el pequeño pasillo oscuro y solitario, temblando, poco a poco fue saliendo de aquel lugar. Vio de reojo las otras puertas, y caminó lentamente, sin saber a dónde ir.
— ¿H-hay alguien ahí? —Preguntó temerosa. — ¿H-hanabi-chan?
Siguió avanzando.
—N-no debo tener miedo. —Se repitió a sí misma, mientras recorría el pasillo.
De pronto sintió como si alguien caminara a sus espaldas, y nerviosa, poco a poco se fue dando la media vuelta, sólo para encontrarse con unas sombras que salían lentamente de las otras puertas. Gritó fuertemente y comenzó a apresurar el paso, hasta verse corriendo por todo el lugar, horrorizada. Lloraba desesperada tratando de encontrar alguien que le ayudara o una salida para salir de aquel horrible lugar.
— ¡A-ayuda! —Gritó golpeando las puertas que se encontraban cerradas. — ¡P-por favor, alguien que me ayude!
Sola. Estaba completamente sola en aquel lugar, a merced de aquellos seres que le seguían lentamente, riendo siniestramente. Más pasos, voces de niños, arañazos, golpes. ¿Por qué estaba ahí? ¿Dónde estaban su padre, su primo…y su hermana?
Hanabi.
Cayó al suelo boca abajo, golpeándose el rostro. La sangre brotó, pero no había más dolor. Ya no sentía nada, el miedo la había invadido, paralizando todo su cuerpo. Levantó lentamente la cabeza sólo para contemplar una gran sombra sobre ella. Su mano comenzó a temblar, mientras ella sollozaba lentamente. Había algo detrás, algo aterrador; giró lentamente su cabeza, a la vez que las lágrimas volvían a inundar sus pequeños ojos blancos. Aquella “cosa” era horrorosa.
Sus ojos la escudriñaban sedientos de sangre. Un grito desgarrador salió de la garganta de Hinata, quien se levantó rápidamente para correr lejos de ahí. Volteó de nueva cuenta, notando que no había nada ya en ese pasillo.
“En mi mente duerme…”
—A-ayuda. —Unos balbuceos escaparon de sus labios nuevamente, no pudo evitarlo.
No muchos metros adelante, Hinata se dio cuenta de algo.  De qué escapa. ¿De qué? La pregunta flotaba en su mente. Sabía que todo era un producto de su imaginación, lo sabía bien…Ya que desde aquel accidente algo había pasado dentro de su cabeza. Eran simples alucinaciones que controlaba con medicinas…
“Una pequeña…”
—Hinata. —Le pareció escuchar que alguien decía su nombre a sus espaldas, pero no puso atención y continúo caminando tan rápido como podía. Debía encontrar la salida de aquel lugar. —Hinata.
El llamado se repitió. De nueva cuenta era la voz de su hermana menor, Hanabi... ¿Acaso era un invento de su imaginación? No. Era una voz que siempre había escuchado, y que se había intensificado desde aquel accidente en el cual su hermana había fallecido. ¿La estaba atormentando?
—B-basta. —Soltó entre dientes, se abrazó a sí misma.
—Hi-na-ta. — Repitió la voz, como si se burlara de ella. —Hinata.
La Hyuuga se detuvo. Bajó la mirada y observó el suelo lleno de papeles, tierra y un pequeño charco de agua que provenía de una de las paredes mohosas del pasillo. Leyó cuidadosamente, letra por letra. “Hospital”, estaba en un hospital abandonado.
“En mi mente duerme…”
— ¡Cállate Hanabi-chan! —Gritó molesta. —Ya déjame en paz…No quiero escucharte.
— ¿Por qué? — Aquella voz continuó y parecía que taladraba dolorosamente sus oídos y su cabeza. —Tú me mataste, ¿Por qué te he de dejar en paz?
Fue ahí donde los recuerdos dolorosos perforaron su frágil mente…
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Recordando aquel día de Halloween en el que huía de su casa por no complacer a su padre, por avergonzarlo y no ser la Hyuuga perfecta.  Quería irse lejos, morir. Su hermana subió rápidamente en el asiento del copiloto, mientras que Hinata arrancaba velozmente. No supo cuando el automóvil se había volcado, ella sangrando de la cabeza, quizás con su cráneo fracturado; pero su hermana, la pequeña Hanabi había salido volando del asiento, impactándose con el cristal del parabrisas, dejándolo impregnado de color carmín. Y su cuerpo, tirado sobre el frío asfalto, inerte. Muerta.
“Una pequeña…”
Acabó en un hospital, siendo repudiada por su padre. Sola y abandonada.
“…Homicida.”
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— ¿Por qué mereces vivir? —Preguntó la pequeña voz infantil. —Si eres una vergüenza.
— ¡Lárgate ya! —Gritó enfurecida. Tenía que encontrar la salida de ahí.
—Cálmate, Hinata. —Se escuchó y unas risas le siguieron. — O la “cosa” se molestará.
Miró a su alrededor hasta toparse con aquel ser que le seguía, dejando su rastro de sangre por todo el piso. El ritmo cardiaco de su corazón se aceleró, y corrió nuevamente; tropezó y cayó al piso, de nuevo se levantó para seguir corriendo… Estaba tan agotada que ya no era capaz de levantarse. El pánico comenzó lentamente a desaparecer, mientras las sombras se escurrían desde las paredes hasta el suelo.
Pero Hinata no se detuvo sino hasta que sintió que su cuerpo ya no era capaz de moverse, se dejó caer en el piso, respirando agitadamente y esbozando una extraña sonrisa de satisfacción que más tarde se convirtió en carcajada que se fue fusionando con las otras risas. Repentinamente, el efecto de su locura desapareció.
Ya no podía más. No había salida de aquel lugar. Lo sabía bien.
“Duerme pequeña…”
Un extraño impulso le hizo levantar nuevamente su cara, y mirar hacia enfrente. Sus ojos blancos veían a la “cosa” que se acercaba hacia ella, con las cientos de manos con enormes uñas amarillentas y con caras petrificadas que movían sus ojos de un lado hacia otro.
—Hinata…—Habló nuevamente esa voz de la que la Hyuuga pensaba que se había librado. — ¿Qué es lo que piensas hacer ahora?
La risa siniestra de Hanabi se escuchó por todo el lugar, acompañada por la de todos los rostros que se encontraban incrustados en aquel ser… Sin embargo, Hinata ya se había quedado paralizada, deseando retroceder, deseando ponerse de pie y huir, pero no pudo: el cansancio, el frío, y sobre todo el pánico, se habían apoderado de su cuerpo.
— ¡Cállate! —Chilló horrorizada.
Y cogiendo la poca fuerza que tenía, poco a poco se puso de pie. Estaba jadeando y su pecho hacia un sonido al respirar a causa de su agitación; se recargó en la pared que se encontraba a sus espaldas. “Salida”, leyó en letras rojas sobre el marco de una puerta de cristal templado. Dio un paso hacia ella mirando cómo un poco de luz entraba. Unas nauseas volvieron a invadirla. Mientras que en su mente el deseo de alejarse de ese lugar le daba más fuerza.
Aquel ser sujetó su brazo.
— ¡No! —Gritó. — ¡Suéltame!
La Hyuuga pateó fuertemente la puerta, causando que esta se rompiera, los fragmentos de vidrio caían a la vez que ella intentaba salir. Sintió la suave brisa rosarle la piel, y como el agarre de aquella criatura poco a poco se debilitaba.
Era libre.
“Duerme…”
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—Señor Hyuuga, el trastorno de personalidad múltiple…—Comenzó a explicar el médico. —Puede ser ocasionado por alguna experiencia que el individuo vivió y lo traumatizó. El paciente pudo haber estado en riesgo de morir en un accidente automovilístico o quizás sufrió un asalto a mano armada o una enfermedad seria.
Hiashi recordó el accidente en el que ella había estado involucrada. En donde solo Hanabi había salido ilesa. Miró de nueva cuenta por el pequeño cristal de la puerta a Hinata, que seguía tarareando algo.
—Este desorden es asociado también con traumas continuos de cualquier tipo, los cuales obligan a la persona como un mecanismo de defensa a salirse de su mundo real para vivir la fantasía de una persona ajena a ellas… —Siguió hablando. — Estos episodios pueden durar lapsos que varían de horas a meses y también varían en intensidad y no son constantes o regulares.
Giraron su vista de nueva cuenta hacia ella, quien no sabía si aún permanecía en aquella personalidad que se hacía llamar “Hanabi”, quien era muy agresiva y se creía la hermana menor de Hinata que había muerto en aquel accidente automovilístico. Torturando a esta misma sin poder dejarla salir de su mente.
Es lo que ella les había dicho, mientras se burlaba de ellos.
—Pero tiene cura esto, ¿Cierto? —Preguntó preocupado. —Hinata puede recuperarse.
—Sólo podemos controlarlo, el tratamiento de este trastorno lo haremos por medio de una combinación de terapias psicológicas y de medicamentos. —Asintió levemente. —Vera que pronto Hinata, no recaerá en nuevos episodios en el futuro.
— ¿Está seguro que quien regresará será Hinata? —Preguntó Hanabi. — ¿No ésta Hinata que se hace llamar Hanabi, igual que yo?
Aquella Hinata parpadeó confundida.
—Hinata, despierta. —Le llamó la voz de Hanabi. — Hinata, ¿Estás ahí? Vuelve en ti.
— ¿Dónde estoy? —Cuestionó. — ¿Padre? ¿Neji? ¿H-hanabi?
— ¡Hinata! —Soltó la menor llena de felicidad. — ¿Eres tú?
—Sí. —Asintió levemente. —S-soy yo… ¿P-podemos irnos a c-casa?
Su padre afirmó.
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—Hoy es Halloween, ¿Cierto? —Preguntó seriamente. —Como aquel día del accidente.
—Sí. —Respondió Neji. —Hoy es 31 de Octubre.
—Oh. —Suspiró.
El automóvil avanzaba, e Hinata seguía mirando a través de la ventanilla el paisaje, su hermana permanecía a un lado de ella, mientras que adelante su padre manejaba; y Neji, su primo, iba de copiloto. Inhaló profundamente, y siguió viendo como se alejaban de aquel hospital psiquiátrico.
“En mi mente duerme una pequeña homicida…”— Hinata permanecía sentada siendo observada por su hermana, mientras canturreaba. — “Duerme pequeña…Duerme.”
Rió desquiciadamente. Sus familiares regresaron a verla completamente sorprendidos, mientras ésta sacaba de entre sus ropas un pequeño cortapluma antiguo que había robado del consultorio de aquel doctor…
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“¡¿Hinata?!”
Abrió los ojos lentamente. Se sintió mareada y unas inmensas ganas de vomitar la inundaron, mientras el cuerpo le dolía intensamente como si la hubiesen golpeado; pero después, sintió un inmenso dolor de cabeza que se prolongó hasta sus ojos blancos…
“¡Hinata, despierta!”
— ¡B-basta! —Gritó. Aquella voz infantil en su cabeza no la dejaba pensar. — ¡B-basta!
Se levantó levemente para poder visualizar en dónde se encontraba. Notó las pequeñas ventanas con los cristales rotos a un costado de la habitación, las cuales dejaban entrar los pequeños rastros de luz que iluminaban el lugar, aún lado de estas, algunos viejos muebles de madera. Las paredes descarapeladas, y en el piso había cientos de papales tirados. El lugar parecía abandonado.
¿Qué hacía ahí?
Se recargó sobre una de las paredes, y se dio cuenta de que estaba completamente sola. En ese lugar donde no había nadie más que ella.
“¡Detente Hinata! ¡No!”
Un grito desgarrador se escuchó por todo el lugar,  provocando que Hinata corriera lejos de ahí. Volteó de nueva cuenta, notando que en el suelo poco a poco se formaban pequeños charcos de sangre. Se asustó un poco, pero siguió caminando en busca de una salida de aquel sitio.
“En mi mente duerme una pequeña homicida, duerme pequeña…Duerme.”

F I N.
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Notas de la autora:
Ok, desde que leí aquel fic SasuSaku “En mi habitación duerme una pequeña suicida”, que era adaptación de un Dramione llamado “El secuestro”, me quedó esa pequeña frase y quise hacer una historia que tuviera que ver. Aunque le cambien lo de suicida a homicida.
Espero que les haya gustado. Gracias por su tiempo para leer y comentar, si gustan.