(Autores: Ezequiel Vives y el Sr.X)
12 de Enero del 2011:
‹‹En pocas horas jugaré una batalla decisiva. Si pierdo estaré acabado, fulminado: no habrá vuelta atrás. Por eso escribo esta página, este pedazo de mierda que en realidad es una página suelta y no el fragmento correspondiente a un día concreto dentro de esa mariconada llamada “diario personal” o “diario íntimo”. ¿Por qué hago esto? Muy simple: llevo un año y medio entrenando como loco y no puedo perder el torneo de StarCraft2…Ya perdí hace varios años el torneo de StarCraft1 que se organizó en mi barrio y ahora sería demasiado si perdiera este torneo online. Los videojuegos son muy importantes en mi vida, demasiado importantes como para que pueda seguir viviendo tranquilo en caso de perder. Sinceramente no creo que vaya a perder pero, siendo precavido, no puedo dejar de admitir que cabe una pequeña probabilidad de que pierda. Entonces, de perder, quiero que queden claras las razones de lo que sería mi fuga, mi salida de este desierto monótono, tedioso y estúpido que ha sido mi vida. “Vida”...si es que acaso se puede llamar vida a esto: ser un adolescente obeso de gruesos anteojos (un tipo del que todos se ríen y al cual las chicas ni miran), un fatty con tres amigos a los que nomás ve para jugar PS3 o alguna otra cosa y una familia aburrida con la que no congenia. También tengo otras razones más pero ustedes, lectores hipotéticos de esta carta, no tienen la suficiente estatura mental como para comprenderlas. Por eso mejor me callo, por eso y porque no quiero que me recuerden como más patético de lo que pensaban que era…Pero ya, no creo que vaya a perder, si así lo creyera me extendería más con esta palabrería. Mas hay que tomar medidas cautelares. En la vida siempre hay que ser precavidos, no podemos ser como esos gammers idiotas que, cuando usan a los Protoss en el StarCraft, se olvidan de construir torres para resguardar ciertos puntos clave. Bien pues, en caso de perder estas serían mis últimas palabras ››
Cuando José encendió su computadora, estaba nervioso; el torneo de Starcraft II había comenzado dos semanas antes y sus estadísticas eran las siguientes:
1c1 – 27 victorias de 50 batallas en total
2c2 – 10 victorias de 25 batallas en total
Lo que le causaba realmente nervios era perder el torneo, había esperado un año y medio pasando largos periodos de entrenamiento para llegar a ser el mejor; si no lo lograba, su autoestima quedaría por el piso. Se quedó pensando estrategias hasta que el sonido de inicio de Windows 7 lo despertó de sus reflexiones. Se conectó y comenzó la última batalla, 2c2: si perdía, estaba acabado… la única manera de ganar el torneo era ganar esa partida.
El mapa que sería su zona de guerra era ShanghaiNight. Su clase, Zerg, al igual que sus dos compañeros. En cuanto a sus enemigos, eran Terrans. Debían luchar con todas sus fuerzas. ¿Quién hubiera imaginado el trágico desenlace que el torneo causaría?
El mapa ofrecía todos los edificios de los equipos creados en cada base: lo que los jugadores debían hacer era apresurarse por crear ejércitos más grandes y lanzarse al combate contra sus enemigos. José comenzó a crear todo tipo de unidades: Roachs, Overlords, BloodLords y otras clases de Zergs. Cuando se dio cuenta de algo, los Terrans habían sido más veloces y habían destrozado las bases de sus dos aliados, los cuales claudicaron. Era él solo contra tres Terrans. No tenía más de cincuenta soldados cuando cerca de doscientos enemigos Terrans ―entre los cuales había Marines, AH/G-24 Banshees, Vikings y muchos más― destruyeron su pueblo en solo diez minutos y sus hombres apenas tuvieron oportunidad para resistir ante la inminencia de la muerte.
Cuando fue desconectado del servidor, los otros gammers comenzaron a hablarle por micrófono… “Bien hecho, al menos eres el que más ha durado” y varias cosas así. Pero la idea ya estaba completamente metida dentro de su cabeza.
Bajó las escaleras y fue a la habitación de su padre, el cual era policía. Abrió el armario. Tomó la 9 milímetros reglamentaria de su padre y volvió a subir las escaleras. Miró al ordenador, cuyo fondo de pantalla consistía en una imagen de las unidades Zergs y dijo: “Lo siento compañeros, pero hemos fallado la misión”. Se quedó pensando un largo rato mientras sostenía la pistola en la mano. Ahora que podía matarse se daba cuenta de que el suicidio no era cosa fácil, no era la huída cobarde de la que tantos vivos insensibles habían hablado…Se sentó frente al monitor, hundió la cabeza entre sus manos y, luego de sentirse el gusano más cobarde del mundo, comenzó a llorar en silencio…Permaneció así tres minutos, tres minutos en los cuales la derrota que acababa de sufrir adquiría las dimensiones de una metáfora capaz de condensar toda su existencia, de aglomerar cada minuto de su vida hasta llegar al momento presente…Y de pronto surgió la rabia, surgió la ira cuando, en medio de su tristeza, pensó en tanto idiota que caminaba por la vida con la cabeza erguida como ganador…Tantos tipos que habían conseguido cosas que él nunca tendría…¿Era pues justo que perdiera? ¿Era justo que ni siquiera pudiese tener aquella pequeña victoria que tanto habría significado?...“¡Noooo!”, se dijo a sí mismo gritando coléricamente…Y luego, luego se levantó, pateó la silla, golpeó las paredes y finalmente, exhausto en medio de aquella casa vacía en aquella hora, tomó la pistola, le dio la espalda al monitor, se colocó el arma en la boca y apretó el gatillo…Los trocitos de carne saltaron, el estallido de huesos y sangre recordaba al exterminio de un Hidralisco Zerg a manos de varios Siege tank. Dos disparos impactaron esa noche en su casa: uno destrozó el monitor de su ordenador y el otro destrozó la alegría de sus familiares y amigos…
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