Si hay algo que solo el arte puede hacer es, a partir de su poder para abstraernos y meternos en la obra, hacernos vivir las ideas en las redes de la ficción. Es a mi parecer sobre todo por aquello por lo que este film, adaptación de una novela, puede como pocos considerarse como una obra maestra en que la profundidad ideológica está estrechamente enlazada con la profundidad psicológica. De allí que en este caso desee analizar sobre todo cuestiones relativas al sentido. Veamos.
Para empezar hablemos del protagonista: el escritor Sergio. Un individuo intelectual, crítico (“Esa es una de las señales del subdesarrollo: incapacidad para relacionar las cosas, para acumular experiencia y desarrollarse”, llega a pensar) , poco comprometido, con una posición privilegiada dentro de aquella sociedad cubana a la que desprecia y de la cual no es capaz de compadecerse, sensibilizarse e hipso facto involucrarse aunque no sea bajo el típico compromiso político que se espera de perfiles socio-culturales como el que él, sin poder por ello considerarse un estereotipo, detenta. Así, este personaje es un sujeto en el cual la idea es el vector fundamental de sus cambios, emociones, acciones y actitudes. Veremos así que, en el transcurso circunstancial en que la diégesis lo pone—transcurso que va desde el gobierno del “vende patrias” de Batista al del nacionalista, marxista y a veces visceral de Fidel—, Sergio, a pesar de empezar a perder ciertos privilegios bajo el gobierno comunista, permanecerá en una situación de favorecido económico que esconde en parte un trasfondo de injusticia racial (¿se ve así nomás un negro adinerado?) y cultural que se ve en cierta forma presente en su sentimiento de identificación como europeo, sentimiento ante el cual no es capaz de ser crítico como si lo es con tantas otras cosas. Hablando en concreto de su criticismo, vemos como aquel, lejos de manifestarse únicamente en su dimensión de ente ideológico, social y político, cala en lo más hondo de su ser manifestándose incluso a nivel de su vida personal. De allí que tenga hacia las mujeres una actitud problemática y psicológicamente insaluble aunque intelectualmente justificada. Me explico. Resulta pues que ve a las mujeres de Cuba, y en general a las mujeres que el subdesarrollo produce, como mujeres en cierto modo incompletas, como criaturas que necesitan de alguien que piense por ellas, como seres que son puro cambio, pura alteración, y que, al igual que la generalidad de individuos de las sociedades del subdesarrollo, son incapaces de mantener una idea o un sentimiento. Las ve entonces con cierta frustrante decepción, lo cual se evidencia cuando dice que en la mente de Elena hay todo un mundo distinto (por eso no puede cambiarla) y, en mi opinión, cuando grava a su ex esposa (Ana) mientras discute con él. Pasando a otra cuestión importante en lo que respecta a Sergio, vemos como su intimidad se va volviendo cada vez más pública con la llegada del comunismo, pasando del hecho de que dos funcionarios vayan a encuestarlo a su casa al hecho de que se lo lleve a juicio por quitarle el supuesto honor a una muchacha que, como decía Sergio, “no era señorita”. También cabe decir que Sergio, consecuentemente con sus ideas (“el cubano se olvida fácilmente del pasado: vive demasiado en el presente”), da mucha importancia al pasado, incluso en cierta medida vive en el pasado; de allí que termine llorando por Ana en cierta parte. Para terminar con este asunto de Sergio, podríamos decir que es un individuo que, producto de su inconformidad nacida de su criticismo, es más infeliz que feliz. Sufre de lo que él llama una “lucidez desagradable”, es así en cierto modo una víctima de su mentalidad. Así pues, queda claro en el ejemplo de Sergio a que me refería con aquella capacidad del arte—del cine en este caso—de hacernos vivir las ideas.
Yendo ahora a ciertas cuestiones formales, creo que es brillante como se maneja el fluir mental del protagonista a través del flashback (cuando recuerda cosas de su pasado con Ana y se intercalan ciertas imágenes de ella) y sobretodo de la voz en off que permite adaptar al cine el monólogo de conciencia de una forma muy inteligente. Llama también la atención la importancia que tiene el montaje cuando, en aquellas partes que hacen que la película tenga en gran medida carácter documenta, se colocan imágenes muchas veces impactantes que muestran aquello que Sergio dice. Por último, podría mencionar como aquello del relato dentro del relato, asoma de manera muy ingeniosa cuando, en un plano detalle, se ven las manos de Sergio en la máquina de escribir, tecleando aquellas palabras que pronuncia la voz en off.
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