domingo, 24 de abril de 2011

Reflexiones en torno a ‹‹lo apolíneo››





El presente ensayo reflexiona básicamente a cerca de lo apolíneo; no obstante, al ser necesario comprender lo dionisiaco para comprender bien lo apolíneo y al estar lo apolíneo relacionado con otros conceptos como lo del Uno Primordial, me he desviado en muchos de mis análisis y exposiciones de lo apolíneo como tal. Resultaría pues monótono, simple e incompleto hablar únicamente de lo apolíneo; es por eso que, en el propósito de no contradecir el título en el desarrollo, he dicho ‘en torno’ como queriendo indicar que me referiré no solo a lo apolíneo sino a todos los conceptos que están alrededor o en torno de aquel, aunque partiendo, claro está, del concepto de lo apolíneo. Empieza este ensayo, para no tener que andar citando en todo momento, haciendo una exposición teórica con el fin de introducir al lector en los principales temas de que se tratará en las demás partes del desarrollo. Veamos.

Entendiendo lo apolíneo


Lo  apolíneo, junto con lo dionisíaco, forma el eje conceptual de El origen de la tragedia; es pues, en compañía de lo dionisiaco, la columna vertebral de aquel ensayo que, yendo más allá de la Filología, terminó en el terreno de la Filosofía. Ahora bien, lo apolíneo sencillamente no puede comprenderse a cabalidad sin lo dionisiaco, en principio pues porque son conceptos complementarios. Veamos entonces que son.
            Tres (si acaso no hay más) pues son los niveles en los que se puede entender estos conceptos: el metafísico, el psicológico y el estético.
Metafísicamente hablando, podríamos definir a lo dionisiaco y a lo apolíneo como el  ser y la apariencia. Me explico. Lo dionisiaco sería, en este plano (en el estético no, por ejemplo), la totalidad unificada de lo existente, una especie de absoluto en el que no existen límites, una totalidad minada por contradicciones internas, lo que es en sí, un perpetuo fluir. Lo apolíneo en cambio representa el mundo de las apariencias, la multiplicidad de las particularidades, la realidad aparente en la que todo, en virtud de la fragmentariedad y el principio de individuación, está sujeto a los limites y por ende a la finitud; lo apolíneo, cabe decirlo, viene a ser el producto o la consecuencia de las contradicciones internas de lo dionisiaco, de aquello que es el corazón del mundo. En otras palabras, diríamos que lo apolíneo es la representación o la manifestación de lo dionisiaco en el mundo de las formas; manifestación que, como sabemos, brota a consecuencia de un afán de aquel absoluto por redimirse a sí mismo de sus contradicciones internas, de su sufrimiento si cabe decirlo (figurativamente hablando).
Ahora bien, estéticamente hablando diríamos que estos conceptos expresan cualesquiera tendencias estéticas―o artísticas si se quiere―que se deriven de las actitudes psicológicas pertenecientes a lo apolíneo o a lo dionisíaco. Basta entonces definir estos conceptos en el plano de lo psicológico, o por último en el nivel más general de la experiencia humana, para poder así obviar las manifestaciones estéticas. Diríamos pues que lo apolíneo simboliza el instinto (Nietzche usa este término de manera más profusa y general que nosotros…) figurativo, la tendencia a buscar lo bello, simétrico o ideal, la mesura, el autoconocimiento, la luz (no solo literal sino simbólicamente entendida) y el orden. Lo dionisíaco en cambio simbolizaría el instinto de lo musical, lo caótico, lo desmesurado, lo informe, “el oleaje hirviente de la vida”. Resulta entonces fácil imaginar cómo, básicamente, se traducirían en el arte[1].
            Así tendríamos que en el plano metafísico lo apolíneo no es paralelo a lo dionisiaco sino que se deriva de aquel, y, por su parte, en los planos psicológico y estético no se derivaría de aquel sino que sería una fuerza paralela y opuesta.
            Ahora bien, creo que a pesar de lo dicho resulta sumamente importante aclarar que Nietzche, al abordar lo estético, aborda también lo metafísico (pues la división que hice anteriormente es una interpretación aclaratoria de las conceptualizaciones nietzcheanas) De este modo los sentidos estético y metafísico se entrecruzan y producen particularidades conceptuales producidas por el paso de un ángulo puramente metafísico de los conceptos a uno que, si bien es estético, se presenta empañado por la perspectiva metafísica. Concretamente hablando, tenemos que lo principal es que lo dionisiaco se deslinda de aquello que Nietzche llamó “El Uno Primordial” (aquel absoluto plagado de contradicciones al que anteriormente me referí). Así pues, podíamos en el plano puramente metafísico analogar lo dionisíaco a El Uno Primordial; no obstante resulta que, analizando la dinámica del arte o la experiencia estética, es imprescindible deslindar los conceptos aludidos. Entrando en materia, vemos que en la dinámica de la experiencia estética lo dionisíaco, básicamente aunque no únicamente, viene a ser aquella dimensión de la práctica artística que conecta con la realidad absoluta de Lo Uno Primordial. Es pues un destruirse de la autoconciencia, un aniquilamiento del principio de individuación, un escapar de uno mismo y de las apariencias del mundo fenoménico, un mudarse a la unidad y plenitud de la vida en que todo es fluido indiferenciado (“Panta rei”). En palabras de Nietzche: <<Ahora, por el evangelio de la armonía universal, cada uno se siente no solamente reunido, reconciliado, fundido, sino Uno, como si se hubiera desgarrado el velo de Maya[2]>>
Por último habría que acotar los siguientes puntos: A) Al basarse la belleza en las formas y lo apolíneo en las formas, tenemos que las representaciones transfiguradas que brotan de lo apolíneo tienen como cometido idealizar o embellecer lo plasmado, y, en tanto que es así, lo apolíneo ayuda a que el hombre soporte el aspecto dionisiaco de la experiencia humana (dolor, hambre, guerras, todo lo abarcable bajo la palabra ‘oscuridad’)
En ese sentido le permite redimirse al hombre. B) Teniendo en cuenta que el mundo de las apariencias y particularidades es un producto del Uno Primordial en su necesidad de liberarse de sus contradicciones internas, se tiene que el hombre, al crear a través del arte un nivel apariencial más bello o simplemente más idealizado que el de las formas de la naturaleza, contribuye a la liberación o redención de Lo Uno Primordial[3]. Así el sentido meta-humano o trascendental de la vida estribaría en participar en la redención metafísica del universo. C) Ya que el hombre es una obra de lo Uno Primordial, una de sus tantas apariencias, puede este llegar a convertirse en obra de arte y llegar a convertir a su propia vida en una obra de arte, ampliándose así el rango del hacer estético y abriéndose a causa de ello una fusión del arte con la vida y una posibilidad de redención del universo ya no solo a través del arte académicamente entendido sino también a través de la misma vida en tanto hecho estético. D) Como consecuencia de los 3 puntos anteriores se tiene que a través o en función de lo apolíneo el hombre redime al Uno Primordial (a través de la idealización en las formas) y a sí mismo: ya a través del mero embellecimiento de su trágica existencia[4] o ya, como segunda posibilidad, accediendo a la fusión con el Uno Primordial en la contemplación que trasciende las formas[5], que ve más allá (ojo que la música es una excepción porque según Nietzche ésta no muestra apariencias).

Reflexiones que parten de lo apolíneo


A-¿Uno primordial? ¿Mundo de las apariencias? Evidentemente―y eso Nietzche mismo lo explicita―él está partiendo de la dicotomía Schopenhaueriana de Voluntad y representación, cuestión está que implica un planteamiento estructuralmente parecido al kantiano de ‘fenómeno/noúmeno’, con la única diferencia de peso (diferencia que recoge de su maestro Schopenhauer) de que en Nietzche el sujeto si puede acceder a la realidad que está más allá de las apariencias, no solo a través de la intuición y de la percepción simbólica (hecho que se posibilita porque “Dioniso habla el lenguaje de Apolo”) sino también a partir de la experiencia directa al estilo del místico. Aunque eso sí: cuando experimenta es porque se fusiona con esa realidad e hipso facto pierde conciencia y no puede conceptualizar.
Ahora bien, de este punto en común partirá otro punto en común de Nietzche con Schopenhauer: a saber que en ambos el arte le permite al sujeto escapar del sufrimiento de la vida en tanto que le hace olvidarse de sí mismo. Hay no obstante, con respecto al punto en que se da dicha similitud, una diferencia enorme: en Nietzche ese escape al dolor no es un evadirse de la vida sino un afirmarla en sus contradicciones (transfiguradas desde luego…) y un contactar con ella en su unidad íntima.
B-Nietzche, como ya hemos visto, piensa que es en lo apolíneo que el arte materializa o plasma la belleza; pero, como sabemos, lo apolíneo remite a las formas, de ese modo Nietzche, según los diferentes tipos de estética que propone Schiller, caería básicamente en la estética racionalista en tanto que en esta la belleza del objeto se refiere a su refinamiento (exterior e interior) y este refinamiento en el objeto en sí se basa en su adecuación a un principio de forma.
Por otra parte, es posible postular ciertos paralelismos de Nietzche con Schiller, a saber: A) Nietzche tiene una concepción de la belleza similar a la de Schiller porque para Nietzche lo bello se daba, como ya dije, en el mundo de las formas y apariencias propias de lo apolíneo; siendo para Schiller la belleza no puede refulgir en las meras sensaciones, necesita de pues de una forma, la cual a su vez no podría ser belleza sin su cristalización en un contenido material: así para él la belleza estaría en la apariencia propiamente dicha. B) El genio en Nietzche es, al igual que en Schiller, algo innato y esencialmente creador, que no imita sino que crea como crea la naturaleza. Así mismo el genio, en ambos pensadores, implica una libertad de las convenciones y una regulación, producida por el entendimiento en el nivel de la expresión simbólica, con respecto a lo que podría entenderse como una imaginación desenfrenada.
 Ahora bien, cabe decir, como un paréntesis en este punto, que la noción del genio Nietzcheano tiene también cierta raíz schopenhaueriana en tanto que conlleva un ver más allá, un ver para el cual es necesario liberarse en cierto modo de la propia individualidad[6] C) Tanto en Schiller como en Nietzche y en otros pensadores como Kant, se concibe que la experiencia estética conlleva una armonización en el sujeto que nace de la destrucción de sus antagonismos internos. Ahora bien, cabe decir que en Schiller y Kant esa armonización se produce básicamente en términos de imaginación/entendimiento y sensibilidad/idealidad. No obstante en Nietzche esa armonización no se produce como unión de dos fuerzas interiores sino como unión del sujeto con la totalidad fluyente y dinámica del Uno Primordial. El resultado a pesar de esa diferencia en el planteamiento de la recuperación de la unidad del hombre en la experiencia estética sigue siendo el mismo en Nietzche y en Schiller: la liberación de los condicionamientos (Schiller hacia énfasis en el condicionamiento interno de la moral y el externo de lo empírico). D) Vemos que en ambos existe el concepto de juego, un concepto que no es igual (en Nietzche implica un absoluto metafísico) pero si similar. Así en Schiller el hombre tiene un instinto de juego que vive y actúa cuando crea una nueva forma que enriquece las cosas, los objetos, o la presencia humana, con una bella apariencia estética. Es el juego como dimensión plena de la libertad y la vida. En Nietzche este juego se da en dos niveles: en el metafísico en el que el que juega es el Uno Primordial y en el estético. En el segundo el artista, abierto a toda posibilidad creadora, penetra en el fondo primordial de Dioniso informe y caótico, transformándolo en la bella apariencia de Apolo.
C) Para el Romanticismo: a) el hombre no es en el fondo distinto de la naturaleza b) todas las conciencias llegan a formar un Todo c) el arte permite la integración del yo con el no-yo. Ahora bien, en Nietzche se cumplen todos esos puntos porque: a) la naturaleza pertenece al mundo de las apariencias y formas creadas por El Uno Primordial y el hombre es parte de ese mundo por ende es esencialmente idéntico a la naturaleza b) en el éxtasis dionisíaco los sujetos, al desindividualizarse, se funden en ese fondo común de lo dionisíaco, fondo que los atraviesa y vertebra en la unidad metafísica del cosmos como totalidad c) de la contemplación de las formas apolíneas se puede pasar al más allá de la unidad dionisiaca con El Uno Primordial. Nietzche tiene pues a mi entender una postura mística-romántica-panteísta-budista, al menos en cierto grado y forma en sus inicios filosóficos.
 D) Trataré ahora de ciertas cuestiones que parten de considerar la influencia de <<lo socrático>> sobre lo apolíneo en relación al concepto de discurso y otros similares. Para empezar citaré a Nietzche: <<Aquí el pensamiento filosófico rebasa el arte con sus vegetaciones y le obliga a enlazarse estrechamente al tronco de la dialéctica. La tendencia apolínea se ha trocado en sistematización lógica; ya hemos hecho notar en Eurípides algo análogo, y además una transposición de la emoción dionisíaca en sentimiento naturalista>>. Así pues, Nietzche nos hace ver como este discurso socrático de carácter racionalista ha corrompido al arte al enfermar las dos caras de su dinámica. Y es que este socratismo estético al que Nietzche alude es una tendencia que exige que en el arte todo debe, para ser bello, ser consciente, claro e inteligible. Resulta así que, a la luz de los conceptos de Focault, vemos en este socratismo estético una evidente voluntad de verdad[7], la cual, al inmiscuirse este socratismo en el arte, desemboca en una actitud contraria o inconsecuente con la naturaleza del arte. Ahora bien, resulta evidente que en el arte no existe la verdad en sentido lógico, entonces se puede uno preguntar: ¿cómo y en qué sentido el socratismo trae dicha voluntad de verdad al arte? A mi entender la respuesta sería que esa voluntad de verdad se refleja más bien de una forma indirecta en tanto que voluntad de verosimilitud (para artes como la literatura) o de naturalismo (en artes plásticas), en tanto que voluntad de realidad y consecuente tendencia a la mimesis.
 No obstante esa tendencia a la mimesis no implica una anulación de la poiesis sino más bien un deseo de que los aspectos ficcionales coincidan en un mínimo con la realidad circundante. Así pues, a causa de la voluntad de verdad que ese socratismo estético llevó al arte, no se pudo durante mucho tiempo hacer cosas como las que hiso el Surrealismo o el Dadaísmo; ya que siendo así se hubiesen considerado como incluidas en lo que foucaultianamente hablando sería el discurso de el loco (lo que en efecto ocurrió en los inicios de dichos movimientos).
Pasando a otro asunto dentro de este mismo punto, resulta evidente que este discurso cientificista y racionalista del socratismo estético, resultó, en su efecto agusaneante con respecto a lo apolíneo, un discurso que para las teorizaciones lyotardianas equivaldría a un relato parcialmente desligitimizador (digo parcialmente porque no lo eliminó sino que lo distorsionó). Y así pues resulta, volviendo a Focault, que este socratismo estético, siendo un medio para mantener o conquistar el poder en tanto que discurso, terminó arrebatándole al discurso estético primigenio parte de su poder simbólico. Para terminar, podríamos ver que lo apolíneo, en conjunción con lo dionisíaco, representan una aplicación parcial por parte de Nietzche de lo que Adorno entendía como dialéctica negativa; cuestión esta que a mi entender se da en tanto que constituye una interpretación que, en lugar de intentar conciliar las contradicciones en el seno de la realidad (El Uno Primordial pues el mundo de las apariencias no era realidad en sí según Nietzche), las acepta e incluso las toma como eje teórico. Y pues digo parcialmente en tanto que al ser una teoría filosófica de carácter totalizante, adquiere un carácter sistemático que viene a ser la parte opuesta a la práctica de la dialéctica negativa. Hasta ahí con esto.
E) Hay en torno al concepto de lo apolíneo ciertas afirmaciones que se pueden postular en lo que es el ámbito de la comprensión de la experiencia estética. Acotaré las siguientes: A) Siendo lo apolíneo un concepto formulado en principio para comprender el origen de la tragedia griega se ve, a partir de la distancia histórica que hay entre el tiempo en que se fórmula y el tiempo del fenómeno-objeto a cerca del cual se fórmula, la certidumbre de la postulación de Gadamer sobre la necesidad de distancia temporal en el proceso de comprensión en tanto que aquella se erige en productora de sentido, disipadora de falsos prejuicios y destacadora de verdaderos prejuicios (el prejuicio es para Gadamer inherente al proceso de comprensión). B) Hay, en aquella situación que es el paso de la contemplación de las formas (momento apolíneo) al deseo de ir más allá y la posterior intuición de una totalidad más allá del mundo de las apariencias, dos cuestiones: la primera aquella del ver-mirar, ya que el primer momento sería básicamente mirar y poco a poco se avanzaría hasta el puro ver; la segunda aquella de que este concepto de intuición que se ve en el paso al momento dionisiaco, es sin duda alguna algo análogo al concepto crociano de intuición en tanto que comprensión directa, alógica y no conceptual.

Planteando un cuestionamiento


Decía Nietzche en una parte: <<En efecto, cuanto más compruebo en la Naturaleza estos instintos estéticos omnipotentes y la fuerza irresistible que los impulsa a objetivarse en la apariencia, a satisfacerse en la apariencia libertadora, más inclinado me siento a esta hipótesis metafísica de que el Ser absoluto, el Uno primordial, en cuanto agobiado por eternas miserias y lleno de contradicciones irreductibles, tiene necesidad, para su perpetua liberación, a la vez, del encanto de la visión y de la alegría de la apariencia; y que, absoluta e íntegramente comprendidos en esta apariencia y constituidos por ella, estamos obligados a concebirla como el no-ser absoluto, es decir, como un perpetuo devenir en el tiempo, el espacio y la causalidad; en otras palabras como una realidad empírica.>> (el subrayado y la negrita son míos). Así, leyendo esta cita y viendo más adelante como lo apolíneo se da en ese mundo de apariencias, resulta obvio que comprender a cabalidad lo que Nietzche a dicho en la cita expuesta nos ayudará a entender mucho mejor lo apolíneo en el contexto de las categorías con las cuales se relaciona. No obstante creo que lo que Nietzche dice encierra profundos problemas. Veamos.
Sabemos que aquella frase cartesiana de “de todo puedo dudar, menos de que dudo, porque dudar de dudar es igualmente dudar” es, por lógica, completamente cierta (como que ‘A=A’). Pero sabemos que dudar implica pensar, luego no poder dudar de que se duda implica no poder dudar de que se piensa; hipso facto existe el pensamiento. Y decir que existe implica decir que es. Por qué: ¿Cómo puede existir lo que no es? Y si lo que digo es cierto: ¿Cómo puede existir ese mundo de apariencias del que habla Nietzche si según él la apariencia es un no-ser? Él no obstante dice luego que ese no-ser debe entenderse como existir en el espacio, el tiempo y la causalidad; pero lo que existe en el espacio, el tiempo y la causalidad está condicionado en su ser, esto es que puede dejar de ser, a diferencia del Uno Primordial que existe como totalidad y absoluto, como fluir perpetuo, como existir en si o existir no condicionado o, lo que es lo mismo, existir sin posibilidad de dejar de existir o ente que no puede no ser. Dicho esto la contradicción se evita. Pero vamos con otra cuestión. La conciencia, como sabemos, existe en el devenir del tiempo, del espacio y de la causalidad. Tiene sin embargo ciertas peculiaridades, a saber que solo su ser está condicionado por dichas categorías y no su esencia. No es pues algo propiamente material aunque exista condicionada a lo material en tanto que la continuidad de su ser esté condicionada por la continuidad del ser del cerebro (que es evidentemente material). No es, como podría pensarse, una subjetividad sino más bien el eje sobre el que se construye una subjetividad. No tiene más atributos o características que su función, esto es la percepción. ¿A qué va pues todo esto con lo apolíneo? Veamos, como sabemos lo apolíneo está relacionado con las categorías de forma, límite, y particularidad (entre otras). La cuestión es la siguiente, imagínese, aunque sea una mera abstracción, la conciencia en un instante dado del tiempo. Llamémosle t1. Ahora bien, en t1 la conciencia tendrá determinados contenidos (sea que vengan del mundo exterior al sujeto o sea que vengan del mundo interior), sean {C1, C2…Cn}. Luego concíbase el instante t2. Así, tanto puede ser que t2 comparta contenidos con t1 como que no los comparta. El punto es que, a menos que dentro de esos contenidos figure la intuición de la realidad del Uno Primordial, todos y cada uno de ellos serán apariencias. Entonces tenemos que la conciencia, dentro de estas concepciones nietzcheanas, vendría a ser un lugar en que se dan apariencias, en que ocurren.
Pero ahora bien: las bellas formas del arte, las teorizaciones de la ciencia, todo ese tipo de cuestiones; ¿no serían apariencias según la concepción metafísica de que hemos hablado? Sabemos que sí, por ende es a causa o en virtud de la existencia de la conciencia que surge lo que podríamos denominar como un segundo nivel o plano de apariencias, cuestión que es evidente en tanto que su existencia no podría ser sin una conciencia (las crea el pensamiento pero no hay pensamiento sin conciencia). Pero la conciencia está sujeta a causalidad, a tiempo y a espacio, siendo así que según las palabras de Nietzche se deduciría que ésta es también una apariencia. Brota entonces el cuestionamiento: ¿Cómo se entiende que de la presencia de una apariencia en un determinado nivel de apariencias (las que le son previas y en las que se da) brote otro nivel de apariencias? ¿Pertenece al primero o al segundo nivel? De una forma pertenece al primero, de otra forma pertenece al segundo, al menos eso parecería…El punto entonces es que, al menos a mi entender, tendría esta apariencia que tener características ontológicas únicas: ¿Cuáles serían aparte de que su naturaleza cualitativa equivalga a su naturaleza funcional? ¿Sería acaso una especie de plano ontológico en tanto que los entes (apariencias para Nietzche) del mundo se reflejan y transfiguran en él y en tanto que otros entes nuevos surgen de ella? ¿Qué mismo es la conciencia dentro de esta hipótesis metafísica del uno primordial? ¿Cuál es su naturaleza ontológica en esta concepción nietzcheana? Nietzche que, en partes posteriores al libro de aquella de la que saqué la cita se termina por ceñir a esta hipótesis, nunca lo aclara…

Una muestra paradigmática de lo apolíneo en el arte actual


Concibamos al cine como el séptimo arte. Ahora bien, teniendo esto en cuenta viene a mi mente una película realmente especial: Zorba el griego. Creo pues que aquí aparece muy bien plasmado lo apolíneo y lo dionisiaco. Así, aunque a lo largo del texto me haya enfocado sobre todo (no solo) en lo apolíneo, creo que aquí, al igual que en el principio, resulta indispensable volver a refugiarme en el hecho de que no se puede comprender bien lo apolíneo sin lo dionisiaco; siendo así que, al igual que la luz se aprecia mejor en medio de la oscuridad (los faroles de la noche, por ejemplo), lo apolíneo se aprecia mejor si lo contraponemos a lo dionisiaco: por eso analizaré ahora ambas cosas.
Veamos. Tenemos que Basil es un escritor inglés que va a viajar a Creta para administrar una mina que tiene de herencia; pero, justo antes de tomar el barco, se topará con Zorba, un campesino griego que desde el inicio del film se mostrará como opuesto a Basil. Así el uno personificará lo apolíneo y el otro lo dionisiaco. Basil es introvertido, racional, intelectual, sigue modales y es prudente (reglas), escribe (escribir es apolíneo), es mesurado y compasivo; Zorba por su parte es extrovertido, irracional, vital, no se preocupa mucho de los modales (se ve al comienzo cuando ríe a carcajadas en el local de comida) y es imprudente (no sigue ciertas reglas o patrones de conducta), toca el sunturi (la música es dionisiaca), es desmesurado (“propásese, pellízquela”, le dice a Basil cuando están bailando con la dueña del hotel) y es cruel a veces (en la mina cuando se enfada e impreca a los otros trabajadores con la pica en mano).
Ahora bien, lo que digo se ilustra muy bien en ciertas escenas. Así, la principal para representar el carácter apolínico (y socrático también según yo) de Basil, sería aquella en que Zorba le dice: “Usted piensa mucho, ese es su problema” Por su parte, lo dionisiaco de Zorba se ve perfectamente en la primera vez que empieza a bailar y entra en éxtasis, siendo que después le explica a Basil que eso nació de la vez en que bailó, para liberarse de su dolor, en el funeral de su hijo (lo del arte trágico para sobrellevar la desgracia y lo del sujeto como obra de arte del Uno Primordial expresada en el lenguaje corporal del baile). Así mismo aquello se evidencia cuando le responde: “¿Es que un hombre no tiene derecho a hacer una cosa sin un por qué, porque le da la gana?”.
Finalmente podríamos decir que en aquella parte en que Zorba y Basil ríen ante la destrucción del transportador de troncos, así como en la que le sigue y se los ve bailar juntos, se ven dos cosas muy importantes: primero aquella de la sabiduría dionisiaca como una sabiduría capaz de aceptar el aspecto trágico de la vida y segundo aquello que decía Nietzche de que finalmente Apolo habla el lenguaje de Dioniso y Dioniso el de Apolo.

Conclusiones


Como hemos visto en nuestras indagaciones en torno a lo apolíneo, las interpretaciones nietzcheanas tienen una inmensa amplitud al punto de que su aspecto metafísico plantea un sistema dualista que termina (aunque esto no lo haya dicho) por justificar la vida e incluso el cosmos desde un ángulo estético. Su amplio grado de generalidad y los diversos planos de aplicación de muchos de sus conceptos, les otorgan un valor muy alto como herramientas conceptuales.
No obstante, al pensar en este y en otros dualismos―como el cartesiano, como el maniqueísmo, como lo del Ying-Yang en Oriente, u otros no tan evidentes y solo en cierta forma dualistas como el kantismo (fenómeno-noumeno), el schpenhauerianismo (Voluntad-Representación) y el platonismo (Mundo de las ideas y el mundo de apariencias)―en conjunción con el hecho de que incluso el pensamiento humano como tal se exprese en dualismos (verdadero-falso en Lógica; significante-significado en el lenguaje), nos preguntamos con el temor de no poder responder: ¿Acaso la mente humana es tan primitiva que no puede superar los dualismos y sus interpretaciones dicotómicas son reduccionismos que no pueden develar la verdadera esencia de la realidad, o acaso es que la realidad (en el sentido más general y filosófico) es en esencia dual y la mente humana como consecuencia de su pertenencia a la realidad refleja esa dualidad en sus procesos?...






[1] Apolo y Dioniso, estas dos divinidades del arte, son las que despiertan en nosotros la idea del extraordinario antagonismo, tanto de origen como de fines, en el mundo griego, entre el arte plástico apolíneo y el arte desprovisto de formas, la música, el arte de Dioniso. (O.T. parte1)
[2] Concepto budista que alude a que todo lo que nos rodea y nos afecta es apariencia, ilusión pero no realidad
[3] Entre los griegos la Voluntad quería contemplarse a sí misma en la transfiguración del genio por el arte. (O.T. parte3)
[4] Si nos fuese posible imaginar la disonancia hecha carne―¿y qué es el hombre sino una disonancia hecha carne?―, para poder soportar la vida, esta disonancia tendría necesidad de una admirable ilusión que le ocultase su verdadera naturaleza bajo un velo de belleza. (parte25)
[5] El mito trágico […] conduce el mundo de la apariencia hasta los límites en que éste se niega a sí mismo y quiere volver a refugiarse en el seno de la verdadera y única realidad (O.T. parte22)
[6] El genio sabe algo acerca de la esencia eterna del arte tan sólo en la medida en que, en su acto de procreación artística, se fusiona con aquel artista primordial del mundo; pues cuando se halla en aquel estado es, de manera maravillosa, igual que la desazonante imagen del cuento, que puede dar la vuelta a los ojos y mirarse a sí misma; ahora él es a la vez sujeto y objeto, a la vez poeta, actor y espectador. (O.T.)
[7] La voluntad de una verdad en las que las cosas son verdaderas ó falsas, y no otra cosa ni las dos al mismo tiempo, es intrínseca hasta del lenguaje (no todos) y de la forma de pensar. No obstante en la práctica ésta es inoculada a la sociedad por quienes detentan el poder: "La verdad depende de nuestras voluntades, y nuestras voluntades cambian con el tiempo".

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