lunes, 31 de enero de 2011

Análisis de Los 400 golpes



Los 400 golpes nos cuenta la historia de un púber cuya rebeldía le conducirá a la condena social y a la exclusión. Cargada de naturalidad y libre de complejidades narrativas, la película logra un retrato vivo y profundo de una situación humana como la de su personaje. Podrá no tener la ampulosidad que presenta El acorazado Potemkin en algunas de sus escenas o un guión poético y poderoso como el de Hiroshima mon amour pero no obstante es un gran film. Veamos un poco más a fondo su naturaleza.

Para empezar podríamos decir que la cámara es bastante dinámica. Puede que no haga muchas variaciones de zoom-in y zoom-out como la de No amarás, pero no obstante casi siempre está siguiendo los movimientos del personaje. De hecho ya en la entrada de la película vemos como la cámara empieza siguiendo el tramo que sigue el dibujo de una mujer que parece bailarina de burdel y que los chicos del aula se pasan de uno a uno hasta que el profesor pilla al iluso que se detiene para garabatear el dibujo. Juega así un rol importante en la construcción de una película que, si bien hace el retrato de la vida de un púber, da más importancia al seguimiento de los hechos que a escarbar en el mundo subjetivo de los personajes como lo hacía por ejemplo Kieslowski con el protagonista de No matarás; sujeto en torno al cual se dan muchos primeros planos, muchos acercamientos de la cámara a su rostro para revelar su turbia subjetividad, cuestión aquella que en el film que analizamos solo se da de manera patente al final. Ahora bien, aparte de aquello podríamos mencionar dos partes del film en que la cámara hace algo llamativo: la primera sería aquella en que el personaje está con otros sujetos en una especie de cilindro giratorio, cilindro en el cual la cámara gira, ya desde la perspectiva impersonal del aparato, ya como cámara subjetiva que imita la mirada del protagonista; la segunda sería aquella en que, en una fantástica mira aérea de gran plano general, la cámara sigue a un sujeto de blanco (profesor) que trota con sus alumnos por las calles. Sin duda alguna este segundo caso es el más llamativo ya que la cámara da el efecto de estar en el aire, cosa que como sabemos no se da así nomas…Dicho esto, cabe también recalcar, dentro de este aspecto de la cámara, que el plano general parece ocupar un papel preponderante en la narrativa fílmica de esta película, cuestión esta que es así en tanto que es el plano que se presenta en gran parte de los seguimientos que la cámara hace del personaje (como aquel en que se ha fugado y se lo ve cerca de lo que parece una fuente seca, por ejemplo). Por último, cabe decir dentro de este aspecto, que parece haber menos cortes que en muchos otros film, lo cual evidentemente se debe a este carácter de seguidora del personaje que ocupa la cámara con sus travellings.

En cuanto a la cuestión de la luz y el color, vemos que esta película, al no ser efectista y al estar en blanco y negro, primero que no hace juegos con el color (lo cual es evidente pues no tiene color…) y segundo que no juega con claroscuros ni intenta crear efectos especiales con la luz, ya sea para crear simbologías, ya sea para imitar patrones de la naturaleza o lograr otras cosas (como por ejemplo si lo hace la película Rashomon, la cual en la luz del bosque trae ciertos simbolismos relacionados con la obscuridad del asunto de que trata).

En cuanto a la música, la cual solo aparece en calidad de extradiegética, vemos apenas se manifiesta unas pocas veces pero que esas veces lo hace como un elemento de gran relevancia en cuanto adicionador de notas semánticas necesarias para entender a fondo la naturaleza de los hechos más allá de lo meramente visible y en cuanto cortina de dramatismo que, dentro de lo que es esta película natural y desprovista de histrionismos, ayuda a que el espectador se conmueva un poco y se empatice con el personaje. Así pues, creo que el mejor ejemplo de lo que digo sería cuando el púber protagonista ve a su madre en la calle besando a un sujeto y haciéndole de ese modo una traición amorosa a su padre. Y digo que es el mejor ejemplo porque en esa secuencia no hay palabras a través de las cuales el personaje muestre su tormento en el diálogo o gestos que representen suficientemente la intensidad de su dolor: solo está la música para darnos a entender cuán grande es su malestar más allá de lo observable en sus gestos.

Yendo a los aspectos de la narración, podemos observar que la película sigue un ritmo lento, que no tiene flashbacks, que los flashforwards representan saltos realmente pequeños y que no hay varias líneas argumentales sino que hay una sola. De ese modo estamos ante una película realmente lineal y, además de eso, con un único hilo argumental. Es pues simple en sus mecanismos narrativos, hecho que está en perfecta correspondencia con esa estética avocada a provocar naturalidad y verosimilitud.

En cuanto al desarrollo temático, más allá de la trama como tal, vemos que la película hace una especie de crítica a tres elementos estructuralmente muy importantes dentro de la sociedad: la familia, el sistema educativo y el sistema judicial. En lo primero vemos que la familia representada tiene lazos inestables y en cierto modo deteriorados: la madre “le pone los cuernos” al padre; el hijo reprocha internamente a la madre porque sabe que les infiel al padre y le teme al padre y en tanto que es así no confía en él (al igual que sucede con la madre pero por distintas razones); la madre le tiene fastidio al hijo y  el padre termina también teniéndole fastidio. En lo segundo en cambio vemos como el sistema educativo presentado es memorista, contaminado por un esquema de irrespeto de los alumnos al profesor y del profesor a los alumnos (a través de reacciones de extrema rudeza) y plagado por insuficiencias expresadas no solo en el citado aspecto memorístico sino en una mecanización general del proceso de aprendizaje. En lo tercero, por su parte, vemos como el sistema judicial expresado en la institución de La Correccional es una entidad inhumana e inhumanizante que termina estigmatizando a los individuos a través de un proceso de diagnosticación desfigurativo que produce resultados de exclusión social (como se ve con el niño que le dice al protagonista que ha conversado con la psicóloga y que entre otras cosas se le han diagnosticado tendencias psicóticas…).

Finalmente, y en términos generales, vemos que el film, más allá de ser el retrato de la pubertad de un chico rebelde, encierra una especie de trasfondo reflexivo sobre la actitud de la sociedad hacia aquellos que muestran rebeldía y, en ese sentido, constituye una especie de apología del individuo en su expresividad autoafirmativa (ya que ese trasfondo está abocado a hacer que el receptor se solidarice con el protagonista)

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