lunes, 31 de enero de 2011

Análisis de Rashomon




Rashomon, película de origen nipón, es sin duda alguna un film que brilla no solo por su técnica (manejo de luz, flashbacks, movimiento de cámaras) sino por su gran densidad semántica, densidad que se expresa sobre todo en términos de simbolismos y de un matiz filosófico que le da una profundidad humana inusual.
La película abre telón con el Japón del siglo XII, en un monasterio llamado Rashomon. Allí veremos a tres sujetos que se cobijan de la tormenta: un leñador, un peregrino y un sacerdote, los cuales se ven comentando los sucesos surgidos en torno a la violación de una mujer y el asesinato de un hombre en el bosque.
Hay así de entrada un fuerte simbolismo. La lluvia: ¿no puede simbolizar acaso las contrariedades de la existencia humana, contrariedades de las cuales el hombre, de alguna manera, se refugia en Dios, el cual por metonimia es simbolizado en el monasterio? Eso, claro está, a parte de todo el sistema de connotaciones que se pone de manifiesto, por ejemplo, en aquellos planos generales en que la lluvia semeja la niebla y por tanto podría remitirnos a la confusión que empaña los acontecimientos de los cuales se discute y hay múltiples versiones.
Luego veremos como la película gira en torno a las diferentes versiones de cada personaje sobre lo ocurrido en el bosque. Incluso el hombre asesinado habla allí a través de una médium (en una intensísima escena). Cabe aquí acotar que la posición de la cámara ante los personajes, mientras declaran, es tal que permite al receptor de la película estar en cierta forma en el lugar del funcionario ante el cual se emiten las declaraciones, siendo esto en mi opinión una buena técnica para hacer que el receptor se sienta emocionalmente más implicado en la película y así ese concepto de fondo al que Ortegga aludió con el término ‘hermetismo de la novela’ se aumente en el film (aunque obviamente manifestado en lo que podríamos llamar el ‘hermetismo del film’…).
Ahora bien, es aquí que realmente tiene lugar la trama poligonal del film, trama que se expresa, como ya lo dije, en múltiples perspectivas. La forma pues en que Kurosawa las aborda es mediante el uso del flashback, siendo así que a cada historia corresponde un retroceso en el que se representa dentro del bosque la versión que el personaje interrogado entrega. Mas cabe decir más. Así, por ejemplo, vemos como el uso de acercamientos alternados de duraciones aproximadas, los movimientos de cámara y el manejo de la luz, tienen una importancia decisiva a la hora de darle mayor dinamismo, vitalidad, expresividad y consiguiente realismo a las interpretaciones.
Pero los actores hacen lo suyo. Histriónicos a veces, si; pero sin embargo capaces de expresar emociones tan complejas y particulares como la inherente a la mirada atormentadora del marido a su mujer en el bosque después de que ésta fuera violada, como aquella de miseria y tristeza del leñador cuando el monje duda de él o como las del monje cuando se siente hastiado de tantas historias que ponen en duda su perspectiva sobre la naturaleza moral del hombre. Así, vemos como su calidad se muestra en la escena de la médium en tanto que la actriz logra representar con hondura el escalofriante trastorno empañado de compenetración con la muerte propio de quien está en esos estados alterados de conciencia; además, claro está, de manifestarse en otras como aquellas de la mujer llorando en el bosque y del ladrón riéndose socarronamente de sus víctimas.
Por otra parte, hay que mencionar que hay solo tres escenarios en la película: el monasterio de Rashomon, los bosques y el patio. Así, la escenografía fuera simple si no fuese por el manejo que se hace de ciertos elementos para crear connotaciones convergentes y paralelas a los contenidos inherentes a la diégesis. Un ejemplo de ello es la luz, ya que Rashomon fue filmada directamente bajo el sol, siendo que el director quería que se use la luz natural. No obstante la cámara, en el bosque, no lograba captar la luz en la forma requerida, por lo cual tuvieron que solucionar el problema usando un espejo para reflejar la luz natural, con vistas, evidentemente, a fortalecer la luz del sol en su captación por parte de la cámara.
Finalmente, abordando el matiz filosófico de la película, vemos que la problemática sobre la que se ciñe es el problema de la fe en el hombre, fe que se tambalea ante la insinceridad y la mentira ocasionadas por los egoísmos en juego, egoísmos que en el caso que nos ocupa se manifiestan en el hecho de que cada uno de los interrogados ofrecía una versión acoplada a su necesidad de preservar su honor, su imagen. Pero no todo está perdido, y no está perdido porque aún existen hombres buenos que nos permiten tener esperanzas en el hombre y así sostener una cierta fe moral en su naturaleza: de allí que el monje, luego de ver que el leñador no quería robar la ropa del bebe sino cuidarlo, se haya disculpado y le haya dicho que es él quien le ha devuelto la fe en los hombres.

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